miércoles, 23 de marzo de 2011

autismo, vacunas y dieta

En la CNN, los actores Jim Carrey y Jenny McCarthy reflexionan sobre la recuperación de su hijo del autismo a la luz de la reciente decisión del juzgado federal que reconoció que las vacunas habían podido contribuir al autismo de otro niño.

El hijo de Carrey y McCarthy, Evan, ha sido curado gracias a descubrimientos que puede que no hayan sido probados científicamente, pero han ayudado definitivamente, como una dieta sin gluten y sin caseína, suplementos vitamínicos, desintoxicación de metales, y antifúngicos para los hongos que plagaban sus intestinos. Una vez su función neurológica fue recuperada a través de estos tratamientos, las terapias del habla y el análisis de comportamiento aplicado le ayudaron a aprender las habilidades que no pudo aprender cuando se encontraba paralizado por el autismo.

Cuando Evan fue reevaluado tras estos tratamientos, los médicos se sorprendieron mucho de su mejoría. Pero aunque Evan tiene ahora 5 años, ni un solo miembro del CDC, de la Academia Americana de Pediatría, o de cualquier otra autoridad sanitaria ha querido evaluar y comprender cómo Evan se recuperó del autismo. En cambio, ellos están posicionados en que el niño no fue adecuadamente diagnosticado y que nunca tuvo autismo.

Carrey y McCarthy creen que el autismo es una enfermedad ambiental, y que mientras que las vacunas no son el único contribuyente a éste, juegan un papel muy importante en su desarrollo. Incluso si el CDC no está convencido de una relación entre las vacunas y el autismo, cambiar el programa de vacunación debería ser seriamente considerado como una medida de precaución.

Fuente:


CNN April 3, 2008


Las tasas de autismo han aumentado casi 60 veces desde los años 70, con los aumentos más significativos ocurriendo en la década pasada. Las últimas estadísticas en los Estados Unidos muestran que esta enfermedad afecta a 1 de cada 150 niños.

Sin embargo, según un artículo del Daily Mail (9/07/2007), la tasa de autismo en Gran Bretaña puede ser ahora tan alta como 1 de cada 58 niños.

Estas impactantes estadísticas fueron el resultado de un estudio llevado a cabo por el Profesor Baron Cohen de Cambridge y su equipo. Ellos observaron la incidencia de autismo entre 12.000 niños en las escuelas primarias de Cambridgeshire en el periodo 2001-2004.

El Profesor Baron-Cohen cree que una combinación de genética y factores ambientales como los pesticidas y la exposición a excesivas hormonas durante el embarazo son los potenciales culpables del aumento.

La genética (el así llamado "Frágil síndrome X" siendo el más común) fue recientemente aclamada como "la causa", especialmente en los medios de comunicación de EE.UU., donde la mayoría no subrayaron el hecho de que la genética cuenta con no más del 1 % de los casos de autismo.

Mientras tanto, el otro 99 % de los casos están todavía sin contar.

El Dr. Blaylock ha escrito extensivamente sobre el problema de "autismo inducido por vacuna", pero a pesar de la sólida evidencia científica de cómo toxinas como el mercurio y el aluminio dañan el cerebro, especialmente cuando son introducidas a edades tan tempranas, los proponentes de las vacunas respaldados por la Gran Industria Farmacéutica todavía no quieren ocuparse de este asunto.

Los desencadenantes ambientales que no pueden ser ignorados incluyen:

Mercurio: Es un hecho demostrado que la exposición al mercurio puede causar disfunciones inmunes, sensoriales, neurológicas, motores y de comportamiento, y todos estos rasgos son los que definen al autismo o están asociados con él. El thimerosal, que está añadido a numerosas vacunas, es la fuente principal de contaminación con mercurio en niños, que, a la edad de 2 años, han recibido una cantidad de mercurio que claramente excede las cantidades estipuladas seguras.
Virus en las vacunas: Las vacunas contienen numerosos agentes activos, incluyendo virus vivos, bacteria muerta y sustancias químicas tóxicas incluyendo aluminio, mercurio y formaldehído. Mientras que muchos apuntan sólo al mercurio de las vacunas como el culpable del autismo, los virus pueden igualmente jugar un papel. Te explicamos cómo:
Las inyecciones son una forma artificial de introducir elementos extraños en el organismo que éste no está diseñado a manejar y eliminar. Los virus, bacterias y las sustancias químicas entran a nuestro cuerpo de forma natural por las vías de entrada, pero no directamente dentro de nuestro cuerpo a la corriente sanguínea como ocurre con las vacunas. Por eso, nuestro sistema inmune no está diseñado a luchar con ese tipo de amenaza, y puede salir muy mal parado. Las vacunas propician reacciones inmunes anormales y permanentes, sobre todo si contienen adyuvantes.

Una reacción inmune anormal consiste en que tu sistema inmune reacciona contra los órganos de tu cuerpo, es decir, crea anticuerpos de órganos específicos contra él mismo. En el caso de las reacciones autísticas autoinmunes, el órgano en cuestión es principalmente el cerebro. Sin embargo, problemas gastrointestinales, como el síndrome del "intestino agujereado" o permeabilidad intestinal aumentada, son también dolencias con un común origen orgánico.

La conexión más fuerte existe entre los anticuerpos del virus del sarampión (de la vacuna del sarampión-paperas-rubéola, MMR) y la proteína básica anti-mielina (MBP), que sugiere que la exposición al virus del sarampión de la vacuna puede provocar una respuesta autoinmune que interfiere con el desarrollo de la mielina. Si la mielina del cerebro no se desarrolla adecuadamente, las fibras nerviosas no funcionarán como deben, dando lugar a las anomalías cerebrales asociadas con el autismo.

Leche pasteurizada: Otros estudios indican que tanto el autismo como la esquizofrenia pueden estar relacionados con la incapacidad de digerir adecuadamente una proteína que se encuentra en la leche. Personalmente creo que esto está relacionado con la leche pasteurizada y he visto muchos niños autistas desarrollarse muy bien con productos lácteos crudos, especialmente los fermentados como el kefir o el yogurt.
Cuando no es digerida, la proteína láctea caseína produce exorfinas, compuestos similares a la morfina, que acaban siendo absorbidos por áreas del cerebro donde causan disfunciones a las células. Los hallazgos sugieren que un fallo intestinal, como el mal funcionamiento de las enzimas, es la causa de la incapacidad de digerir esta proteína.

Los investigadores han descubierto que la proteína es absorbida por 32 áreas diferentes del cerebro, incluyendo las secciones responsables de la visión, la audición y la comunicación, lo cual puede trasladarse a muchos síntomas de comportamiento de ambas enfermedades.

Tecnología Inalámbrica: Una teoría mucho más reciente e innovadora ha sido sugerida por un estudio publicado en el Journal of the Australasian College of Nutritional & Environmental Medicine: La radiación electromagnética de los teléfonos móviles, las antenas de telefonía, los aparatos WiFi y otras tecnologías inalámbricas similares puede trabajar en conjunción con los factores ambientales y genéticos, llegando a ser un factor acelerador del autismo.
Tras más de cinco años de investigaciones con niños autistas, encontraron que la radiación electromagnética afecta negativamente a las membranas celulares, permitiendo a los tóxicos metales pesados presentes en las vacunas y que están asociados con el autismo, acumularse en el organismo. Esto ocurre porque la radiación electromagnética puede atrapar los metales pesados dentro de las células nerviosas, lo que puede acelerar los síntomas de toxicidad por metales pesados, y dificultar el sistema natural del cuerpo de eliminación de sustancias tóxicas.

¿Cómo saber si su hijo tiene autismo?


El 29 de octubre de 2007, la Academia Americana de Pediatría envió un comunicado de prensa con nuevas directrices de evaluación y nuevas recomendaciones de tratamiento, incluyendo un informe clínico de 34 páginas llamado "Identificación y Evaluación de Niños con Desórdenes del Espectro Autista".

Este informe proporciona información detallada sobre los signos y síntomas, dirigida hacia los pediatras para ayudarles a reconocer y evaluar los Desórdenes del Espectro Autista (DEA) en sus pacientes.

Señales tempranas a notar, antes de la edad de los 18 meses, incluyen:

No volverse cuando dices su nombre.
No ponerse a mirar a algo que tú señalas y dices "Mira esto...", y no señalar ellos mismos algo para mostrarte un objeto o alguna cosa que les interese.
Falta de balbuceos.
Tardar en sonreír.
No mirar a la gente a los ojos.
Apegarse a objetos duros, como bolígrafos, llaves, muñecos duros, etc., en lugar de blandos como animales de peluche, almohadas o sábanas especiales.
Según su informe:

"Banderas rojas", indicaciones absolutas para una evaluación inmediata incluyen: ausencia de balbuceos o no señalar u otro gesto a los 12 meses, ausencia de palabras sueltas a los 16 meses, ausencia de frases espontáneas de dos palabras a los 24 meses, y pérdida de habilidades del lenguaje o sociales a cualquier edad."

A pesar de que la Academia Americana de Pediatría insiste en el hecho de que el autismo "nunca se cura", se debe animar a los pediatras a abrir la mente a tratamientos alternativos, a conocer más la medicina alternativa y complementaria, y a evitar estar a la defensiva o desdeñar las terapias no estándar que utilizan algunos padres.

¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a prevenir o a recuperarse del autismo?


Como ha demostrado el caso del hijo de Jim Carrey y Jenny McCarthy, hay definitivamente una esperanza. Aquí están mis mejores recomendaciones:

1. Revisa cuidadosamente el asunto de las vacunas, incluyendo el plan de vacunación convencional. Observa que en la mayoría de los países existe el derecho de no vacunarse.

2. Evita la exposición de tu hijo a toxinas medioambientales como los pesticidas, los herbicidas, el mercurio, el aluminio y el flúor, tanto como te sea posible.

3. Evita la exposición a la radiación de los teléfonos móviles y las demás tecnologías inalámbricas, como el WiFi o los teléfonos DECT para el hogar.

4. La restricción de la leche pasteurizada y otros productos lácteos adulterados es un imperativo absoluto para tratar el autismo. Esto incluye todos los productos lácteos procesados industrialmente, como el helado, la leche en polvo, los yogures industriales (que llevan leche en polvo añadida) y el suero de leche. Incluso los productos en cuya lista de ingredientes figuran "aromas" deberían ser evitados a no ser que el fabricante pueda garantizar, sin sombra de duda, que no tienen caseína u otros aminoácidos libres.

5. Una eliminación del azúcar, los zumos, los refrescos, las patatas fritas y el trigo (pasta, bollería, cereales, etc.) de la dieta es también muy recomendada.

6. Obtener una exposición solar adecuada. Una teoría adicional que tiene mucho sentido es la conexión entre la rampante deficiencia de Vitamina D y la subida proporcional de las estadísticas de autismo. El receptor de Vitamina D aparece en una amplia variedad de tejido cerebral en la fase fetal temprana de desarrollo, y los receptores activados por la Vitamina D incrementan el crecimiento de células nerviosas en el cerebro.

7. La secretina ha probado su efectividad en ciertos síntomas relacionados con el autismo. Es una poderosa hormona, que tiene la habilidad de reducir la permeabilidad intestinal (síndrome del intestino agujereado). He observado incluso cómo un niño de tres años que no hablaba antes de la secretina se expresó en párrafos completos tras la infusión.

8. La homeopatía puede también ayudar a mejorar los síntomas.

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